Si bien el Perú redujo la pobreza del 59 % en 2004 al 24 % en 2013, aún hay desafíos gigantes. Un análisis de la situación actual según el último estudio del Banco Mundial “Resurgir fortalecidos. Evaluación de pobreza y equidad en el Perú”, podría ser el punto de partida para diseñar nuevas soluciones sobre los principales retos y oportunidades para el país. Estos son los cinco temas centrales:
- Crecimiento frágil. En menos de dos décadas, el Perú pasó de un pujante crecimiento económico a enfrentar serias dificultades de inclusión, desigualdad y vulnerabilidades. Entre los años 2004 y 2013, el ingreso per cápita creció en una tasa promedio del 6,6 % anual. Este período de auge estuvo respaldado por la estabilidad macroeconómica, la adecuada regulación de mercados y la apertura al comercio global. Sin embargo, a partir de la caída de los precios de los minerales, el crecimiento per cápita bajó a menos de un tercio, y los avances en la reducción de la pobreza fueron disminuyendo. Las buenas condiciones domésticas seguían siendo importantes, pero no suficientes para crecer y generar bienestar en la gente al mismo ritmo.
- Alta vulnerabilidad. Siete de cada 10 peruanos viven en situación de pobreza o en riesgo de caer en la pobreza . De esos siete, tres son pobres y cuatro tienen riesgo elevado de caer en la pobreza ante una enfermedad, un desastre de origen natural o por la pérdida de empleo (Gráfico 1). En los hogares pobres se gana menos de USD 120 por mes, una cifra muy inferior a los USD 200 para la canasta básica, es decir, para que los hogares peruanos satisfagan sus necesidades básicas. Asimismo, la tasa de pobreza monetaria es 7 a 8 puntos porcentuales más alta entre la población indígena y afroperuana que entre blancos y mestizos.
- Desigualdades persistentes. Hay desigualdad en el acceso a servicios básicos y activos productivos entre regiones, entre campo y ciudad. Por ejemplo, solo seis de cada 10 hogares tiene agua segura y tres de 10 no tienen saneamiento básico . Casi el 80 % de las viviendas rurales no tienen baños conectados a la red pública de desagüe. Además, solo el 38 % de quienes viven en situación de pobreza en las ciudades tienen acceso a servicios financieros, mientras que la proporción entre los no pobres asciende al 55 %.
- Aumento de la vulnerabilidad de caer en la pobreza. La ubicación geográfica del Perú lo hace particularmente vulnerable a desastres . Por ejemplo, el episodio de El Niño de 2017 afectó a 1.3 millones de peruanos y generó pérdidas de USD 3.1 mil millones. Asimismo, los desastres impactan más fuertemente a los hogares rurales y de bajos ingresos, mientras que los hogares urbanos y de mayores ingresos son más afectados por choques económicos como la pérdida de empleo. Los distritos de Ate, Comas, San Juan de Lurigancho y San Martín de Porres en Lima concentran el mayor número de personas vulnerables (1.2 millones), seguidos de El Porvenir (Trujillo) en la costa norte, y Cajamarca (Cajamarca) en la sierra norte, con más de 100.000 personas vulnerables.
- Informalidad. Tres de cada cuatro trabajadores son empleados informales y muy vulnerables ante las crisis , en emprendimientos con escasas posibilidades de innovar e incorporar tecnología, es decir, de baja productividad. Esto también impacta en los ingresos del estado y restringe las mejoras en la cobertura y calidad de la salud, la educación, la protección social y otros servicios públicos esenciales para proveer bienestar social, especialmente a los más vulnerables.
¿Cómo fortalecer los avances sociales?
Los logros sociales de décadas recientes son frágiles. Para fortalecerlos es imperativo mejorar la protección social, los servicios básicos y la capacidad productiva de las personas en situación de pobreza y vulnerabilidad. Para esto es útil:
- Eliminar los obstáculos que impiden que las empresas crezcan y que los trabajadores se formalicen para aumentar la productividad.
- Enfocar el crecimiento en sectores con potencial. La agricultura, la silvicultura y el turismo son ejemplos de áreas que podrían impulsar el desarrollo del país.
- Adaptar las actividades laborales y económicas al cambio climático. Por ejemplo, la transición a cero carbono implica ajustar las competencias y capacidades de los trabajadores para que éstos puedan participar en sectores como el de energías renovables y turismo sostenible.
- Fortalecer las políticas resilientes. Es vital contar con políticas que no solo reduzcan la pobreza y la vulnerabilidad, sino que brinden oportunidades económicas a todos, y que permitan mejorar la capacidad de respuesta a los choques.
- Entender el problema a nivel local. Reconocer las especificidades de cada región y las diferencias en los niveles de exposición a factores de estrés ambiental es crucial para diseñar intervenciones efectivas.
- Acelerar la acumulación de activos productivos. Los esfuerzos iniciales deben enfocarse en cerrar la brecha de infraestructura en conectividad, tecnología, salud y educación.
El Perú, con su inmensa riqueza y potencial, enfrenta un reto mayúsculo: la desigualdad y la pobreza. Cada dato no es solo un número, sino una vida, un sueño, una esperanza y un recordatorio de que todos tenemos un papel en la construcción de un país con igualdad de condiciones.