El crecimiento notable de las actividades FinTech, los cambios en la demanda y en la regulación vienen contribuyendo a la definición de un ecosistema digital financiero, en el que interactúan clientes de servicios financieros, entidades tradicionales (incumbentes), empresas FinTech y BigTech, desarrolladores de tecnología digital, proveedores de fondos y reguladores.
El término ecosistema en el ámbito financiero encierra conceptos importantes. Los movimientos y acciones de cada participante dentro del ecosistema afectan en diversos grados la salud del sistema en el que participa, lo que a su vez tendrá un impacto en el propio participante; por ello, el equilibrio óptimo es aquel en que las empresas persiguen el beneficio de todos, lo cual requiere que cada participante comprenda claramente el ecosistema y su rol en él (Iansiti y Levien, 2004).
De acuerdo a EY (2020), un ecosistema saludable es aquel que encierra al menos cuatro atributos (ver Gráfico N° 1): i) la demanda, que es resultado de las sinergias construidas con los consumidores finales, las empresas del sector financiero y el gobierno; ii) el talento técnico y empresarial, proveniente de las empresas FinTech; iii) el capital, para apoyar las diversas iniciativas y iv) la política, nacional y sectorial, que define la infraestructura pública digital, el marco legal y regulatorio a cargo del gobierno y los reguladores.
De este modo, por ejemplo, las empresas de los sistemas supervisados estimulan el desarrollo de las actividades FinTech, actuando como demanda y también como generadoras de talento. Por su parte, la SBS, como organismo regulador, y el gobierno tienen como rol principal definir las reglas del juego para el desarrollo e implementación de innovaciones tecnológicas financieras, pudiendo también ser demandantes de innovaciones tecnológicas.
A fin de precisar el rol de la SBS dentro del ecosistema FinTech, con el objetivo de crear un ambiente propicio para la generación eficiente de valor en los servicios financieros, potenciando las ventajas comparativas de los participantes e induciendo a una buena administración de riesgos, es importante comprender la dinámica del ecosistema.
Para este fin, se sigue un marco conceptual que considera tres categorías: i) actividades FinTech o modelos de negocio, ii) tecnologías habilitadoras y iii) políticas facilitadoras (ver Gráfico N° 2).
El marco de análisis propuesto, denominado el “árbol FinTech”, presenta a las actividades FinTech (como ramas del árbol) que pueden tomar diversas formas y abarcar diferentes sectores de la industria; las tecnologías habilitadoras (el tronco) permiten la innovación y son el soporte de las actividades; y las políticas habilitadoras (las raíces) son medidas de política pública e iniciativas que apoyen el desarrollo de actividades y el uso de tecnologías habilitadoras.
En este sentido, dentro del ecosistema, recae una gran responsabilidad en la SBS, pues sus definiciones y acciones de política tienen el potencial de lograr un gran impacto en el desarrollo de las actividades FinTech.