El consumo privado apenas creció 0,3% en primer semestre

¿Creció o disminuyó?: esta es la situación del consumo privado en lo que va del 2023

En el último ajuste de las proyecciones del Banco Central de Reserva (BCR) para el crecimiento del Perú en el 2023 de 2,2% a 0,9%, ha pasado desapercibido el deterioro en las perspectivas del consumo privado (de 2,6% a 1,2%), con lo cual registra el resultado anual más bajo en más de 20 años, sin considerar la pandemia. A este panorama difícil se suma la mayor probabilidad de enfrentar un fenómeno de El Niño (FEN) costero de magnitud moderada o fuerte en el verano, lo que ha afectado negativamente la confianza de los peruanos en la economía.

Según da cuenta el Instituto Peruano de Economía (IPE) en un informe, entre enero y junio del 2023 el consumo privado creció solo 0,3%, lo que significa el peor semestre desde el 2000 (sin considerar la pandemia). Este bajo desempeño se explica principalmente por los bloqueos de vías y la paralización de actividades producto de los conflictos sociales a inicios de año y las fuertes lluvias en marzo, los cuales generaron un incremento temporal en los precios y desaceleraron la caída de la inflación.

Como resultado de esos eventos, el comercio interno se redujo en 7% en términos reales durante la primera mitad del 2023. Los sectores más afectados fueron las tiendas por departamento y ‘home centers’ (artículos de ferretería y muebles y equipos del hogar), cuyas ventas cayeron en 12% y 15%, respectivamente. En este último caso, la caída estuvo asociada principalmente a las menores ventas de artículos de ferretería por el menor dinamismo de los proyectos privados de construcción, la disminución de las obras públicas y la autoconstrucción. Salvo los supermercados, todas las demás categorías de consumo permanecen por debajo de sus niveles prepandemia.

Asimismo, se estima que durante el tercer trimestre del 2023 es probable que el consumo continúe contraído. En julio, los créditos de consumo mantuvieron una tendencia decreciente, en un contexto de alza de las tasas de interés en el sistema financiero, que pasaron de un promedio de 45% a 52% en el último año. Asimismo, en agosto, las importaciones de bienes de consumo duradero se redujeron en 7,3%, ante la menor demanda por vehículos particulares. Además, se observa una menor importación de muebles para el hogar y utensilios domésticos asociada con el bajo desempeño del sector construcción.

El menor dinamismo del consumo privado se da en un contexto de elevadas presiones inflacionarias que continúan afectando la capacidad de compra de los peruanos. Además de la subida temporal de los precios durante las protestas de inicios de año, los recientes fenómenos climáticos que han afectado la producción agrícola vienen presionando al alza los precios de los alimentos. A fines de setiembre, más de la mitad de los alimentos que se venden en el mercado mayorista de Lima Metropolitana permanecen con una inflación superior al 10%. Así, según el IPE, la inflación regresaría al rango meta (entre 1% y 3%) recién a mediados del 2024.

Para el mercado laboral formal, la lenta moderación de los precios se ha reflejado en una caída persistente de los ingresos reales, es decir ajustados por la inflación. Hasta julio, los salarios reales de los trabajadores formales no solo se mantienen por debajo del nivel prepandemia, sino que acumulan 16 meses consecutivos de retroceso. Ello, sumado a un menor ritmo de creación de empleos formales, producto del bajo crecimiento económico y deterioro de la inversión privada, pone en riesgo la recuperación de las condiciones de vida de las familias y demora el proceso de reducción de la pobreza.

Expectativas para el 2024

El escenario desfavorable para el consumo privado viene afectando negativamente la confianza de los consumidores para el próximo año. Si bien este indicador había mejorado durante los primeros meses del año frente al cambio de gobierno, las expectativas sobre la situación familiar a 12 meses volvieron a entrar al terreno pesimista en agosto, motivadas en parte por la alta probabilidad de que ocurra un FEN costero a inicios del 2024, que las deterioraría aún más. Ello se debe tanto a una caída en la producción agrícola como el potencial incremento temporal de los precios de los alimentos.

A las perspectivas poco positivas de los consumidores se suma una confianza empresarial que permanece en terreno negativo por 29 meses consecutivos. Así, en conjunto, las expectativas ponen en riesgo la reactivación de la economía peruana hacia la segunda mitad del 2023. El IPE señala en su informe que para recuperar el dinamismo del consumo de los hogares se necesitan más empleos de calidad e ingresos, que solo será posible con mayor inversión privada.

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